Desorientada desperté en medio de la noche,
noche fria que me envolvia sin dejarme sentir,
me encontré hablando con un extraño,
pero un árbol estaba entre nosotros.
Sin vernos las caras, las palabras volaban,
no recuerdo lo que me decia,
y creo que él tampoco me prestaba atención,
sentía que los dos buscabamos lo mismo.
No había gente alrededor,
solo su sombra, el enorme arbol, y yo,
no queria moverme, el miedo me ataba los pies,
ni siquiera pasaba por mi cabeza correr.
Me aturdía el sonido de las hojas cayendo en el suelo,
mientras podía ver a aquel extraño desaparecer en el viento,
acariciando mis labios con su mano que se iba desvaneciendo,
sentí miedo, sentí amor, sentí que nada de eso existió, y nada de eso existió.