15 de enero de 2010

Prisionera de mi misma


Tengo mis manos atadas,
mi boca encintada, mis ojos vendados,
un treinta y ocho a mis pies,
y siento que a penas puedo respirar.

Hace tres días que no puedo dormir
y a penas puedo levantarme y manterme en pie,
soñé despierta con respirar bajo el mar
y poder gritar, sin que los peces entren en mi boca.

No recuerdo nada de lo que pasó ayer,
ni siquiera sé si hay alguien aquí,
tampoco puedo recordar donde estoy,
no sé quién me trajo aquí, no sé si podré salir.

Escucho voces que me invitan a beber,
a veces también, siento caricias en mi piel,
pero creo que es producto de mi imaginación
y las ganas que tengo que estes aquí.

Me volví prisionera de mi misma,
me invade la locura y me pide no seguir,
y aunque sé que ya no estás,
algunas noches todavía me acuerdo que existís.

No hay comentarios:

Publicar un comentario